Lunes, 18 de Enero del 2021

Confío en mis hermanos que son Uno conmigo

Confío en mis hermanos que son Uno conmigo

 

Cada vez que atacamos, cada vez que vemos el error en nuestros hermanos lo estamos reafirmando en nosotros. Mi hermano es el foco de mis proyecciones, caminamos juntos tanto para ver el error como para salir del error. La mente quiere centrarse en el error del otro para poder seguir reafirmando su propio error y así no avanzar hacia la inocencia.

Para aceptar nuestra inocencia hemos de aceptar y recrearnos en la inocencia de todo lo que nos rodea. Si quiero ver mi inocencia, si quiero estar en paz conmigo, tengo que estar en paz con el mundo; confío en mis hermanos que son uno conmigo, mi hermano está ahí para mostrarme mi inocencia si yo así lo elijo.

Todo error que reafirmamos fuera, nos impide conectar con la conciencia del Ser que se encuentra más allá de nuestros propios errores y los errores de nuestro hermano.

El objetivo de la mente es mantenernos en la culpa para así alimentar nuestra separación hacia nosotros mismos, hacia nuestro Ser y hacia el Ser de nuestro hermano que es Uno con nosotros. Tenemos que darnos cuenta de esto para no escuchar a la mente cuando entra en el bucle de querernos contar la historia como ella la quiere percibir.

Cuando cambiamos de enfoque nuestra percepción cambia. Si elegimos la paz no percibiremos el error, esto es así, lo que elijamos en nuestra mente será lo que veamos fuera. Nuestra visión cambia con la intención que pongamos en lo que queramos ver de nosotros, en lo que queramos reafirmar, eso será la consecuencia o la causa de lo que veamos fuera.

Si dejamos de concentrarnos en el error de nuestro hermano; en lo que ha hecho mal, en lo que no nos gusta o en lo que podía mejorar experimentaremos la paz que resulta de tener totalmente fe en nuestra inocencia, en nuestra impecabilidad que es la inocencia y la impecabilidad de nuestro hermano.

Todo error que se quiera reafirmar en uno mismo es el testigo de la culpa que se desea, de alguna forma, compartir con nuestro hermano. Todo error que vemos fuera es nuestra ansia y deseo de mantenernos separados de la inocencia y eso hará que, inevitablemente, nos movamos en bucles de culpa, de defensa y de ataque.

No vamos a entrar en el enredo de nuestra mente de proyectar nuestro futuro basado en un pasado de escasez, insuficiencia o de experiencias de dolor porque percibíamos incorrectamente. Centrémonos en buscar la inocencia y nada más, no nos interesa nada más ahora, solo nos centramos en este instante presente.

Vamos a eliminar todo lo que pasó y todo el miedo a lo que ocurrirá; aquí y ahora nos centramos en poner nuestra atención y nuestra intención en solo desear recrear nuestra inocencia, nuestra paz y nuestra felicidad.

Al recrearnos en esta mirada, sentimos paz, podemos sentir como los ojos de Cristo ahora son ya nuestra mirada, como el Amor que Él siente por nosotros se convierte en nuestra nueva percepción. Podemos sentir la liberación, estamos soltando toda mochila de culpa y miedo que hemos acarreado hasta aquí en contra del mundo, de nuestros hermanos, en contra de nosotros mismos. Soltamos esta pesada mochila que ha sido nuestras armas de guerra, lo que nos ha impedido estar en paz.

Dejamos ya de mirar al pasado, soltamos el futuro pues nada de eso es real. Depositamos nuestra fe en este instante presente, en esta experiencia de paz que se nos brinda. Estamos afianzando nuestra voluntad en la voluntad de Dios, que es que vivamos desde nuestra impecabilidad al compartirla con nuestro hermano que es uno con nosotros, aquí y ahora.

Diseña este presente desde lo que eliges vivir en tu mente correcta, tu voluntad ya no es sufrir, por lo tanto, tu voluntad no es culpar fuera. Recréate, disfruta, celebra y agradece esta liberación que se nos ofrece.

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