El Maestro de Dios en Un Curso de Milagros

Hoy se nos recuerda que el merecimiento, el descanso y la Paz son dones que nos pertenecen en nuestro estado natural, para descubrirnos y descubrir el camino en un mundo de locura.

 

Son necesarias la Paz y la quietud, para poder ver, sentir y ser la luz que estamos llamados a ser.

 

Hoy se nos recuerda que somos elegidos, que lo aceptemos eligiéndonos a nosotros mismos. También, que esa elección nos lleva a ser luz aquí, cuyo sentido es la autosanación, el descubrirnos y sanar nuestra propia mente.

 

De manera amorosa, el Padre, nos elige, pues sabe dónde están sus ovejas perdidas, sus hijos olvidados de su esencia y poder, en relación a los dones y capacidades que han venido a desempeñar aquí. Él nos salva de nuestro olvido, nos recuerda quienes somos y nos guía a descubrir dichos dones, para ser canal de luz y vida aquí y ahora.

 

Y, ¿qué sentido tiene ser ese canal de luz sino recibir la luz al serlo? Estamos llamados a dar porque estamos llamados a sanar. No olvidemos nuestro medio y nuestro fin.

 

Un Maestro de Dios es aquel que se elige a sí mismo en Dios y se abre al mundo para serlo, con la única idea y fin de sanar su propia mente y volver a casa,  estando en ese estado de Paz continuo en medio de la vorágine. Y es en ese instante cuando empezamos a ser luz, pero previamente hay que haber elegido rendirse a esa luz que somos, alimentarnos de ella y permitir que transforme cada rincón de oscuridad, culpa y miedo en nuestra mente y nuestra vida.

 

La autosanación es la función del Maestro que está llamado a ser luz para otros.

 

De este modo, descansemos y dejémonos guiar por el verdadero Maestro, por la mente correcta. Pidamos continuamente al Espíritu Santo que nos guíe e indique hacia ese estado de quietud, donde todas las respuestas son dadas, donde el camino aparece y se despliega en acciones inocentes y Sí a la Vida.

 

Y entonces podremos guiar a otros, cogiendo nuestro único, auténtico y eterno camino.

 

Que sea para nuestra Paz.