Viernes, 17 de Noviembre del 2017

La justicia, desde Un Curso de Milagros

La justicia es reconocernos totalmente en la Inocencia, en la plenitud y abundancia que somos. Esperar que el mundo sea justo con nosotros es esperar llenar nuestro vacío interno con las cosas que ese mundo nos puede ofrecer.
 
El deseo de justicia es algo innato que trae el ser humano: la necesidad de ser reconocido, valorado y tratado correctamente; todo eso es justicia para nosotros, desde el mundo de la forma. Pero no nos damos cuenta de que estamos mirando de manera equivocada.
 
La justicia no tiene nada que ver con ser reconocidos o tratados amorosamente, ni con recibir en compensación a lo que damos. Todo eso son normas del mundo ilusorio para atraparnos de nuevo y seguir haciendo lo que creemos que es necesario. Pero en realidad son necesidades, fruto de creencias que tenemos en nuestra mente y que deseamos cubrir en relación a dicho mundo.
 
Entonces, la verdadera justicia es vivir la Inocencia que el Maestro nos regaló cuando decidió irse, tras vivir una experiencia totalmente extrema. Es muy común preguntarse: ¿es normal, si estoy en el mundo espiritual, padecer o incluso morir de enfermedades, y vivir situaciones dramáticas? ¿Querrá esto decir que no estoy haciendo un correcto trabajo de Perdón?
 
Recordemos que Jesús vino a traernos el recuerdo del Padre y que su muerte, a los ojos del mundo, fué trágica. Él, en cambio, murió en Paz, agradecido, inocente, sintiéndose en el Amor que es y viendo a sus hermanos en ese Amor. Más allá del ataque y la defensa, del dolor y el olvido que había en las mentes de sus hermanos, que necesitaban proyectar su  culpa fuera.
 
Por encima de todo lo que esperamos encontrar aquí en el mundo, como compensación a nuestras supuestas carencias, para sentirnos justamente tratados, quedémonos en nuestra Inocencia, que es el dictamen o veredicto fruto de la justicia que el  Padre regala a su Hijo. Si nos sentimos plenos en la Paz y el Amor que somos, ya estamos siendo tratados justamente, por nosotros mismos.
 
La justicia nos la damos nosotros rindiéndonos a aceptar este veredicto de Inocencia del Padre. Esa aceptación es la que estaremos dispuestos a darle al mundo, en una mirada, en una idea, en un trato. ¿Cuál es el trato justo que merezco? Aquel que yo sea capaz de reconocerme y darme. Y desde ahí, en el mundo de la forma, ya estará bien todo lo que reciba, sea lo que sea.
 
Dejemos de esperar algo de fuera y démonos la justicia que ya se nos regaló, tomándola amorosamente y entregándosela al mundo para que así sea en nosotros.
 
Que sea para nuestra Paz.
 
*Para conocer más sobre la justicia y el trabajo del Perdón, puedes visitar nuestra formación online, con una metodología muy práctica y adaptada a tus necesidades. 
 

Compartelo en las redes sociales