Martes, 15 de Diciembre del 2020

Dar y recibir es lo mismo

DAR Y RECIBIR ES LO MISMO

 

Esta idea acaba con todos los opuestos, con toda la dualidad, con toda idea de separación.Desde el mundo de la forma, dar implica que hay una mente que percibe que hay una cosa fuera de sí misma. Que puede necesitar algo de fuera.Hay un dador dentro y un receptor fuera y ese es el gran error que nos mantiene aún separados.

El dar no es coger algo para ponerlo en otro sitio, algo que yo tengo y fuera no se tiene. El verdadero significado de dar es reconocer que eres el ser, que eres el amor, que somos esencia del creador.

El amor, pues, es pura extensión; no es algo concreto que se queda en un espacio, o que se lleva de un lugar a otro. El amor es la esencia, es la eternidad, es lo único que es real.

Nosotros extendemos en nuestras creaciones el amor que somos, más allá de esta forma, en otro espacio, en otra dimensión de consciencia.

Aquí, en el mundo de la forma que es un espejo de nuestra mente verdadera, extendemos o proyectamos. Extendemos siempre que nos reconocemos amor, proyectamos siempre que nos olvidamos de la verdad que somos.

Es fundamental comprender que dar y recibir es lo mismo, es la salida del mundo de la forma, de la ilusión, del dolor, de la pérdida. Cuando comprendo y experimento el amor de Dios en mí, estoy recibiéndolo todo. Todo lo que es real, esa paz que conlleva el amor de Dios por nosotros; por ello, cuanto más nos extendemos desde allí, cuanto más compartimos esta visión de inocencia, de amor y de paz, más grande hacemos en nosotros y en el mundo el amor, más lo recibimos, más lo reafirmamos en nosotros y en el mundo.

No te agobies pensando: y ¿si tengo que dar mucho entonces tengo que olvidarme de mí?, no permitas que tu mente te distraiga pensando en aquello que no quieres dar y ahora tienes que dar, no, no es por ahí; Detén todo juicio, para la idea de que tienes que hacer algo más que reconocerte, que darte el reconocimiento de que eres la paz, la dicha, la felicidad, el amor.

El amor sabe a donde tiene que ir, sabe cómo tiene que manifestarse; no tienes que decírselo tú, sabe dónde tiene que poner o quitar algo.

Solo somos canales receptores y dadores de ese amor.

Esta es la luz que no ve opuestos, es la visión que sana la mente. Esta es la luz que extiende tu paz interior hasta otras mentes, para hacerse una con todas ellas.

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