Sábado, 13 de Junio del 2020

Cómo salir de la trampa del dolor

Cómo salir de la trampa del dolor

Artículo inspirado en el ejercicio 190 de Un Curso de Milagros

Cuando sentimos dolor de la forma que sea, físico o emocional, es porque nos hemos negado; hemos negado nuestra realidad, hemos negado que somos el santo, inocente, abundante, capaz, amoroso, total y pleno Hijo de Dios. Dios es nuestro Creador y somos esencia de nuestro Creador, entonces el dolor la representación o el indicativo de que estamos negando a Dios.

El dolor es la consecuencia de negar a Dios y es una trampa, porque negarte a ti mismo te une aún más a la ilusión. Proyectando culpa fuera, proyectando dolor fuera, proyectando un mundo hostil del cual te tienes que defender, tienes que atacar, tienes que, tienes que... Lo único que tienes que hacer, es elegir el júbilo en vez de dolor.

Distintas situaciones vividas en mentes distintas, dan percepciones distintas. Puedo percibir en una situación una oportunidad para amar, para poner lo que falta y o puedo percibir dolor, desde la escasez, desde querer culpar fuera, y lo único que consigo es generar más dolor, más defensa, más ataque.

El dolor es la negación del fluir del hijo de Dios. No estoy permitiéndome ser feliz, no estoy permitiéndome ser abundante, no estoy permitiéndome ver la inocencia en los demás, no estoy permitiéndome jugar con mi inocencia y he utilizado al mundo para hacer de él mi cárcel y a Dios mi carcelero, sintiéndome escaso, inseguro, indefenso y esperando que el mundo me libere de mis cadenas.

El poder está en tu elección.  ¿Qué quieres hacer de tu paso por el mundo?, ¿dónde quieres estar ahora?, ¿qué quieres mostrar?... recuerda que aquello que muestras, es aquello que eliges en tu mente.

El dolor no es un hecho, es una percepción o una perspectiva errónea de un aparente hecho, y decimos aparente porque sabemos que todo lo que estamos viviendo es una elección dentro de una ilusión.

Lo que no tiene causa no tiene poder para ser la causa de nada. Las formas que tomamos en el mundo (insuficiencia, separación, incapacidad) al no tener una causa real, no pueden tener efectos reales. El dolor es un efecto de esa idea de separación pero no es un efecto real, es una ilusión fruto de otra ilusión: sentirnos separados de la Fuente. El dolor es una trampa, es una percepción errónea de algo erróneo. Nos percibimos erróneamente al creernos no merecedores dando realidad a un Dios maltratador, malvado. Y si Dios es maltratador y nosotros su esencia, somos dignos de ser maltratados, de sufrir.

Ha llegado el momento de poner fin a estas ideas absurdas de dolor a través de la paz. Date cuenta que la paz llega reconociendo que son únicamente tus pensamientos los que te causan dolor, nada externo a tu mente puede herirte ni hacerte daño.  

Cuando percibas la inocuidad, la falsedad de todo el mundo y la falsedad del dolor del que has hecho un ídolo, aceptarás tu voluntad firme y el poder que está dentro de ti para sanar, para ser feliz y lo que antes te daba miedo, lo que antes era un hecho objetivo de dolor, de sufrimiento, de ataque, se convertirá ahora en una fuente de inocencia, de santidad; en una fuente ¿por qué? Porque al elegir tu inocencia, trasciendes a todos esos enemigos y a todo ese sufrimiento que crees tener.

Todo será distinto cuando elijas el jubilo de Dios en vez del dolor, te darás cuenta de que no hay efectos reales en nada de lo que te sucede, de las aparentes causas falsas e ilusorias que han generado tu dolor. ¡Rinde tus armas! La rendición es fundamental para obtener la paz y el júbilo en vez del dolor. Las armas son tu razón, tus pensamientos erróneos, lo que crees acerca de ti, lo que necesitas, no tienes ni idea, no sabes quien eres ni para que estas aquí.

Abandona todo pensamiento de miedo o de peligro, ¡no son reales!, no te va a pasar nada Dios cuida de ti, vas a tener lo que necesitas. Abandona el juicio tan tremendo que has infringido contra ti, de que no mereces, no eres bueno, no eres capaz. Deja a un lado todo el dolor y negación en los que vives con el único objetivo de ocultar tu santidad, el júbilo y la paz, el ser merecedor de todo aquí.

Deja de ocultarte detrás de esas falsas creencias y no tengas miedo del Amor, estás preparado para el Dios que necesita reflejarse en el mundo a través de mentes merecedoras de su paz y de su amor, para enseñar a sus hermanos el camino de vuelta a casa.

Cuando depongas el juicio en contra del mundo y en contra tuyo, estarás preparado para dejar de sufrir. Entenderás que el dolor no existe, entenderás que el júbilo, la paz y la plenitud de Dios son tuyas.

Hoy es ese día si tu así lo eliges, si dejas de defenderte. Si vives en el dolor estás dormido, el júbilo es despertar.

La gratitud es una compuerta enorme que se abre a recibir el júbilo de Dios.

El que agradece suelta el dolor.

El que agradece percibe la Verdad.

La gratitud te hace libre para ver la Verdad y la santidad en vez del pecado, la Paz de Dios en vez del conflicto y la Luz del cielo en lugar de las tinieblas del mundo.

El mundo real está esperándote; allí puedes ser lo que siempre has deseado ser, pero no desde la escasez, no desde los deseos vanos del mundo, sino desde la inocencia, desde tu herencia, donde todos somos iguales, donde todos somos Uno, donde no hay diferencias, ni unos ganan y otros pierden.

Pídele al Espíritu Santo que te muestre este lugar en tu mente y que te ayude a elegir correctamente el júbilo en vez del dolor.

 

 

 

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