Viernes, 4 de Mayo del 2018

Caminando hacia la Unicidad

El camino de la búsqueda de la Verdad, no es un camino que nos lleve a ninguna parte ahí fuera; es un camino de introspección, de auto-indagación; es un camino de inversión de la mente. No vamos hacia ningún sitio que me lleve a estar fuera de mi.

El camino de búsqueda de la Verdad, el camino que nos ofrece Un Curso de Milagros, es un camino de vuelta al origen, de vuelta a casa.

Buscador ¡busca! hasta que lo que buscas te encuentre. El Ser está encontrándose a sí mismo, está reclamándose a sí mismo en este juego de manifestación ilusoria.

Nos perdemos , creyéndonos que somos esta ilusión; para luego, lo que yace tras las ilusión, lo que le da forma, se encuentra así mismo.

Así la búsqueda de la Verdad parte del origen. Juega y se entretiene en lo externo en lo ilusorio, hasta que va trascendiéndolo, yendo más allá: en cada situación, en cada hermano... descubriendo esa Inocencia más allá de lo que aparenta ser. Ese el camino de vuelta a casa.

En cada hermano está el recuerdo de nuestra verdad, el recuerdo de nuestra inocencia, esperando para ser reconocido en nosotros.

En la medida que nos decidimos a descubrir esa Verdad, la Inocencia en cada uno de nuestros hermanos, en cada una de las situaciones que vivimos, estamos acumulando Conciencia, Verdad e Inocencia para nosotros.

Sólo tengo lo que di. Si decido reconocer la verdad en mi, sin lugar a duda, debe partir del reconocimiento, de la inocencia, el amor puro en el otro, más allá de lo que aparenta ser.

El Espíritu Santo, nuestro guía interno, es el nexo de unión entre mi hermano y yo, entre mi hermano y mi origen.

No podemos hacerlo solos desde nuestro yo, pues nuestro “yo” nació del olvido de la Verdad y quiere continuamente volver a ese olvido para seguir estando presente, vivo, manifiesto.

El camino de vuelta a casa viene de mano de Aquel que sabe y que recuerda perfectamente el camino pues él lo diseñó: el Espíritu, nuestro guía. Que sea él, el que nos lleve de la mano, recorriendo todos los entresijos de la culpa, para ir poniendo inocencia. Y desde ahí, el camino estará allanado para perdernos en la santidad, en la esencia del ser que somos.

La santidad será una con nosotros. La unicidad con todo lo manifiesto, la verdad que yace en ello, será nuestra única manifestación.

La Unicidad es la Verdad y la esencia del Ser que todos somos.

 

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