Martes, 6 de Marzo del 2018

La aceptación como clave para la manifestación del divino poder

La aceptación es la clave que nos lleva  a manifestar nuestro divino poder y a vivir en Paz.
Una actitud de aceptación nos lleva a poder dar las gracias, porque para vivir desde la gratitud hay que haber aceptado antes. Quien agradece, reconoce algo que ya tiene, desde una apertura mental, del alma, el corazón y el cuerpo.
 
La aceptación es previa al reconocimiento de quienes somos; aceptar que lo somos todo nos lleva a reconocernos en el Todo.
Aceptar aquí y ahora el momento presente como perfecto, sin juicios, eliminando cualquier expectativa acerca del mismo, nos lleva a poder encontrar la Verdad en él; mientras que vivir continuamente deseando situaciones, personas, cosas o experiencias que no tenemos y que creemos que nos harán más felices, nos arrastra a un continuo estado de frustración y de no aceptación.
En cada instante que vivimos, aunque sea doloroso, dramático o de enfermedad,  se encuentra el Amor, si así lo elegimos ver. El camino para escoger ese Amor es el no-juicio de aquello que estamos viviendo; el no-juicio de nosotros mismos.
Pensamientos como “no soy suficiente, no soy válida” nos llevan a vivir situaciones de dolor, frustración, escasez o abandono. Esta no aceptación de la totalidad en mí, me conduce a situaciones incómodas;  pero, si en ese instante, que puede parecer incómodo, yo elijo de nuevo; me elijo el Santo Hijo de Dios, en la plenitud y abundancia que soy, mi percepción del mundo y de la vida será en relación a esa elección.
 
La aceptación la hacemos a dos niveles:  
Por una parte, la manifestación de la escasez que pueda percibir a mi alrededor me está indicando cómo he elegido verme, y es la principal puerta que tengo que abrir para ver la Verdad que hay más allá de la forma, para elegirme de nuevo. Así podré perdonar mis creencias erróneas acerca de mí y liberarme de mi auto evaluación negativa.
Pero también puede ocurrir que perdone y siga percibiendo la misma situación; no obstante algo sí habrá cambiado: mi interpretación de la misma, pues ya no será tan dolorosa para mí.
Me elijo en la abundancia, sabiendo que mi pureza y totalidad no dependen de que me den algo que creo necesitar, de que las cosas vayan bien, de cubrir mis necesidades y expectativas desde mi escasez egótica y mi mentalidad de separación y búsqueda de especialismo en el mundo. Cuando soy capaz de verme por encima de todo esto, cualquier situación que viva será para mi aprendizaje y la Paz será su consecuencia inevitable, reconociendo de este modo Quien Soy. Lo cual será la puerta de vuelta al verdadero hogar aquí y ahora.
 
Acepto que, ahora mismo, habiendo hecho mi Perdón, podré vivir cualquier situación sin culpa, sin juicios, sin alimentar las expectativas del ego.
 
Hay un nivel más profundo de transformación,  desde la aceptación de la plenitud del Ser que somos, que es el nivel que nos lleva a unir nuestra voluntad en la Voluntad de Dios. Nuestra voluntad es aceptar todo aquello que tengamos que vivir y experimentar desde una rendición total y absoluta.
Primero, acepto lo que me toca vivir en mi experiencia presente, más allá de mis deseos y  juicios egóticos, como un camino de aprendizaje, liberación del miedo, culpa y encuentro en la Verdad que soy más allá de límites,  formas y expectativas.
Después, desde ahí podré abrir la puerta a la verdadera aceptación de que “soy la Totalidad y no necesito vivir ninguna experiencia en concreto”; fluyendo en los acontecimientos y experiencias por encima del mundo de las ilusiones, rindiéndome a la Voluntad de Dios, que es la mía.
 
* Puedes escuchar el audio de este texto en nuestro canal de Ivoox. 
 
 

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